En las últimas semanas, se ha instalado el concepto de “emergencia vial” en el marco de la campaña por la intendencia de Salto.
Reflexionando sobre esta peculiar elección de palabras, no pude evitar preguntarme ¿No estamos, además, en una emergencia cultural?
La cultura no nos es indiferente: más allá de nuestras preferencias, tenemos arraigado el orgullo de nuestro acervo cultural, tan rico, tan valioso, tan lleno de grandes hombres y mujeres y sus obras.
Tanto es así, que la decadencia de la cultura y la política cultural en Salto es una realidad en torno a la que todo el sistema político, aún con sus matices, concuerda.
Es inevitable, por lo tanto, que no nos apene o que nos indigne el estado de abandono en el que se encuentra nuestro patrimonio o el hecho de que muchos no puedan ejercer plenamente su derecho de acceder a la cultura.
Cualquiera sea el resultado de las elecciones, es urgente una acción conjunta de rescate de la cultura, de revaloración del patrimonio, de reactivación de espacios, de circulación y descentralización cultural, de proyección internacional, de nexo con el turismo.
Una estrategia que necesita a la sociedad civil jugando un rol esencial.
Pero que también necesita un gobierno al que la cultura le importe de verdad y lo demuestre con hechos, que lidere el proceso y escuche todas las voces para tomar decisiones, que no pierda fondos por falta de gestión, que no reduzca la cultura a la gerencia de eventos, que lleve la cultura a cada territorio.
Tenemos un patrimonio histórico y cultural enorme, que no le pertenece a ningún gobierno: es de todos los salteños.
Tenemos un potencial tan enorme como desaprovechado, tenemos infinitas posibilidades, tenemos artistas de todas las artes y tenemos sus miles de ideas.
Vamos a salir juntos de esta emergencia cultural, porque Salto lo merece y porque al final, sería una tragedia que la gente termine por creer que la cultura no importa o que no es para ellos.
Ramiro Ferreira.