Profesores Silvio Previale y Gisela Pinato presentaron trabajo sobre inclusión con visión de principios de siglo y aún vigente

En el marco de la coordinación institucional del Instituto de Formación Docente «Rosa Silvestri» de Salto los profesores Silvio Previale y Gisela Pinato disertaron sobre un trabajo de investigación y recopilación de información que hicieron exactamente hace veinticinco años sobre inclusión y discapacidad.
En tiempos donde recién se comenzaba a incluir a las personas con múltiples discapacidades en el sistema educativo, y no estaba generalizado, por ejemplo, el uso de las rampas, el trabajo de estos profesionales de la educación fue señero y se recordó en el marco de un tiempo como el actual donde a nivel terciario hay estudiantes de baja visión, con problemas auditivos o de motricidad. Algo que hoy todos asumimos pero que en el comienzo del siglo actual no se daba. Por ejemplo, tenemos edificios públicos de fines de los años noventa llenos de escaleras y sin una rampa, sin ascensores, porque no se pensaba en la persona con problemas de desplazamiento, por ejemplo, lo que ahora se toma en cuenta en todos lados e incluso para estacionar vehículos como vemos hasta en supermercados. Pero quiere decir que hasta hace relativamente poco al discapacitado lo excluíamos aún más.
El libro de hace un cuarto de siglo, un adelantado para la época, decía «La educación inclusiva, ¿Cómo y por qué?. Un desafío en el Uruguay del Siglo XXI».
El trabajo toma textos de las Naciones Unidas pero también qué hacer en nuestra comunidad con personas que tiene dificultades en muchos casos pero no para aprender. En ese marco se recordaban experiencias de personas que sufrieron por ejemplo polio y quedaron con parciales discapacidades motrices y no pudieron acceder a la educación formal debido a que la familia no la exponía ante posibles burlas. Una sociedad no preparada indudablemente. Se toman aportes del sabio maestro Miguel Soler Roca, se aborda el debate de tener escuelas exclusivas para discapacitados o por ejemplo sumar a ese alumnos a las escuelas comunes. Pero además que pasa con los niveles de discapacidad pues a veces una personas con determinadas patologías puede distorsionar la clase y comprometer el clima áulico y el aprendizaje del resto lo que no se puede descuidar. El diálogo con los padres, con la familia, el pasaje del año, el nivel de aprendizaje fueron temas que se fueron enfocando y que a pesar de tener veinticinco años en muchos casos siguen tan vigentes como hoy. Lo que sí se entiende hay un avance notable en la tecnología que permite incluir, que permite entender más fácil los códigos de una persona con capacidades diferentes y que además hoy la sociedad asume al discapacitado como uno más, lo suma a un montón de actividades y se lo tiene en cuenta, por ejemplo construyendo hoy instituciones educativa que en la parte edilicia tienen accesos para sillas de rueda, tienen baños para discapacitados, se piensa hasta en la muchacha embarazada, algo que hace solo un cuarto de siglo era imposible.
El aporte de Pinato y Previale disparó situaciones, anécdotas, dificultades de los docentes que desde su propia formación interpelan lo que se necesita hacer, aprender, para tratar de la mejor maneara a las personas que por un motivo u otro son diferentes pero que merecen y tienen todos los derechos de un ser humano y que tenemos la obligación de incluir, sumar y tener en nuestras actividades cotidianas, no desde la compasión sino desde el respeto y el darle las oportunidades que indudablemente merecen.